Comedia ágil y prometedora
05.08.2011 | Por Luis María Hermida
“Cuando me sonreís” La tira con Facundo Arana y Julieta Díaz debutó, por Telefe, con otra dupla lucida: Mario Pasik y Benjamín Rojas.
Gastón Armando Murfi (Facundo Arana) es un promotor musical de fama internacional. Luna Rivas (Julieta Díaz) es una mujer que acaba de separarse y de mudarse, abriendo un bar justo al lado de las oficinas de Murfi. Ambos son los protagonistas centrales de Cuando me sonreís (lunes a jueves a las 22, por Telefe), comedia escrita por Marta Betoldi y Ricardo Rodríguez y producida por RGB Entertainment.
El es rico, exitoso, obsesivo, metódico, perfeccionista, claustrofóbico, estructurado, paranoico y algo neurótico. Ella es una abogada que, en plena crisis post separación, no puede con su depresión / enojo (con los hombres, con la vida, con todo) que la tiene tan alterada como demandante.
Como manda la tradición del género, el primer encuentro de ellos se produjo de manera fortuita y terminó en pelea. Ella, en plena mudanza, tenía su furgoneta mal estacionada, impidiendo el paso del Mercedes de él. Palabra va, palabra viene, que sí, que no, discusión, él que involuntariamente le rompe unos cuadritos y ella que estalla de furia. Al punto que más tarde terminará pinchándole las cuatro gomas de su lujoso auto. Sin que lo imaginaran, claro, sus vidas ya no volverían a ser las mismas.
La otra línea de acción, que fue la más lucida del debut, corrió por cuenta de Juan Primero (Mario Pasik) y Juan Segundo (Benjamín Rojas), padre y hermanastro menor, respectivamente, de Gastón.
Juntos conforman una pareja de pícaros vividores, de modales finos y atildados, que están en la lona, endeudados y con pronóstico reservado. Ellos ven en Murfi una posibilidad de salvación y allá van por ella. Primero con Juan Segundo entrando en las oficinas de Gastón y haciéndose pasar por su hijo y luego, con los dos Pasik y Rojas metiéndosele en la casa, con valijas y todo. Gastón no quiere saber nada con su padre y mucho menos con su supuesto hijo. Pero su férrea intención de echarlos de la casa terminó de la peor manera, porque ante la amenaza de Juan Segundo de tirarse por el balcón, el que terminó cayendo al vacío fue el propio Gastón. Fin del primer capítulo.
En el marco de una estructura narrativa convencional, apenas rota por un par de reflexiones del protagonista hechas a cámara, lo más destacado de Cuando me sonreís se aloja en la intención de los autores de darle a los textos y los diálogos un brillo particular. Agiles, filosas y a ritmo, aunque sin caer en el regodeo presuntuoso, algunas líneas de texto, junto a la mencionada yunta de truhanes, asoman potencialmente como lo más interesante de la nueva propuesta. Una propuesta que tiene garantizada, en el probado oficio de Arana y Julieta Díaz, correctos en lo suyo, la cuota de romanticismo necesaria.
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