Son jóvenes y exitosos. Hacen un pop pegadizo –y pegajoso– y en sus viajes por el mundo provocan un caos atemporal en cada aeropuerto que les da la bienvenida. Llevan editados cinco discos de estudio, dos libros cuentan su historia y sus seguidores crecen día a día. No son Los Beatles, aunque a juzgar por “All I need is vos”, la canción que interpretan como si fuera propia –lo es, sólo que John ya pasó a mejor vida y a Paul todavía no le enviaron el disco para que pueda escuchar el ¿homenaje? a “All you need is love”–, les gustaría revivir el suceso. Para empezar, las diferencias marcan que son cinco: dos mujeres –Mariana Espósito y María Eugenia Suárez– y tres hombres –Nicolás Riera, Gastón Dalmau y Peter Lanzani–. Las otras divergencias están a la vista y al oído. Son un fenómeno: algunos de sus fanáticos todavía usan pañales y pese a que en su mayoría son chicas que van de los tres hasta los 25 años, algún que otro hombre se deja llevar por los encantos de las dos cantantes que, con su mayoría de edad al día, proponen un juego de seducción no apto para sensibles.
Son los Teen Angels, un quinteto de actores que desde su aparición en Casi Ángeles –va por su cuarta temporada en Telefé– rompió todos los récords de los anteriores modelos prefabricados emergidos de las huestes de Cris Morena –una máquina de crear sucesos adolescentes desde Chiquititas hasta Floricienta, pasando por Rebelde Way y Verano del 98–.
El sábado 23 de octubre, el equipo de prodigios creados para gustar se presentó en Banfield para los festejos del 150 aniversario que el municipio de Lomas de Zamora –a cargo del intendente Martín Insaurralde– cumplirá el año próximo.
Son las 19.30 y las calles lucen atiborradas de niñas en edad de quebrar la paciencia con el más agudo de sus gritos de euforia y exaltación precoz. La calle Alsina rebalsa en sus cinco cuadras de extensión. Los 55 mil presentes lucen ansiosos. La hora de inicio se demoró y los padres que llevan en andas a sus pequeños se mueven de un lado a otro para evitar el cansancio final. En las copas de los árboles aledaños, los jóvenes sacuden las ramas como si fueran banderas. Y en las terrazas de las casas, los habitantes, prisioneros de la ocasión, se muestran atraídos por el folklore familiero. Abundan el mate, las gaseosas y las facturas. El calor humano se hace vaho en algunas y desmayos en otras. Javier Lanari –39 años– está contento de poder traer a su hija de ocho desde Luján, pero no puede creer que esté esperando a un conjunto musical de estas características. “Pensar que hace seis años fui a ver a Motorhead a El Hangar y ahora estoy acá. Todo sea por ella. Es la primera vez que los vamos a ver. Mira el programa desde que empezó y le pide a mi mujer que le busque las canciones por Internet. Es inexplicable lo que pasa con estos pibes.”
*La nota completa, en la edición impresa de Veintitrés
fuente: elargentino.com
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